- Muere el Papa Francisco Miles de fieles acuden a dar su último adiós al Papa Francisco en la Basílica de San Pedro
Eran las seis de la mañana cuando sonaron los despertadores de Víctor, Elena, Cayetana y Patricia. Pero estos estudiantes españoles de Erasmus no madrugaban este miércoles para ir a clase en la Universidad de Perugia, sino para coger un tren rumbo a Roma. Con un café en la mano y las gafas de sol puestas, llegaron al Vaticano para sumarse a la interminable cola de fieles que esperaban su oportunidad de despedirse del Papa Francisco en su capilla ardiente en la Basílica de San Pedro.
"Es muy bonito llegar aquí a la Plaza y ver tanta gente que quiere dar el pésame y estar presente en un momento tan histórico", cuenta a EL MUNDO Cayetana, murciana de 21 años, mientras de fondo suenan los cánticos de la Cappella Giulia y el féretro del difunto Pontífice entra en el templo vaticano. "Sí, es algo chocante", añade Víctor, de 22 años, a quien le interrumpe Elena: "Aunque su muerte era algo que se veía venir, no deja de impactarte". "Son en estos momentos en los que le valoras el trabajo que ha hecho en su Papado", resume el joven.
A diferencia de la jornada anterior, hoy no se respira el aire de Jubileo que ayer alimentaban los grupos de fieles al culminar su peregrinación por la Puerta Santa, al final de la via della Conciliazione. Hoy, reina un silencio sepulcral. Los turistas no protestan cuando los carabinieri les confiscan los desodorantes o las latas de bebida en la entrada a la Santa Sede. Entienden que hoy no es un día cualquiera. Bloqueados por las vallas, no alcanzan a entrar en la misa que se celebra bajo el sol romano frente a San Pedro, pero eso no les impide quedarse lo más cerca posible para observar la escena.
Si ayer el núcleo del Vaticano rebosaba de gente, hoy está a punto de estallar, hasta 20.000 personas se calculan. Las colas se repliegan sobre sí mismas como una concertina infinita. Hay fila para entrar en la fila. La demanda para ver al cuerpo del Papa es tal que el Vaticano baraja ampliar el horario de cierre para que todo el mundo pueda entrar en San Pedro, según ha anunciado la Santa Sede en un comunicado este miércoles. De momento, la capilla ardiente permanecerá abierta hoy y mañana jueves hasta las 00:00, y el viernes hasta las 19:00, antes del funeral, que se celebrará el sábado, y del posterior traslado a la Basílica de Santa María la Mayor, donde guardará sepultura en un nicho entre las capillas Paulina y Sforza.
Entre la multitud se encuentra Jesús, sacerdote valenciano que, estos días, acompaña a una treintena de fieles españoles, en su mayoría de avanzada edad, en su peregrinaje por la capital italiana. "Somos del cinturón de Valencia, de los pueblos que han sufrido la DANA", relata. "Teníamos programada esta peregrinación desde el año pasado. Luego, a finales de octubre, sufrimos esa horrible tragedia, pero decidimos seguir adelante con nuestro viaje. Lo que nunca imaginamos era que coincidiera con la muerte del Papa".
La sensación al llegar al Vaticano es "agridulce". "Estamos en Roma, en la Ciudad Eterna, en tiempos de Pascua y la Resurrección de Jesucristo, y, sin embargo, el Papa ha muerto", reflexiona Jesús. "Pero, por otra parte, nos encontramos bastante satisfechos, porque ha sido un Pontífice que abrió muchas ventanas, y para los que creemos en Dios, ha sido una verdadera bendición", añade, mientras la congregación reza la Liturgia de los Santos, a la que Jesús cree que "se ha unido el Papa". Toma un segundo para mirar a su alrededor antes de seguir hablando con la reportera. "Mira cuánta gente hay, fieles y no. Estoy gratamente sorprendido de que se le preste tantísima atención al Papa Francisco", celebra. Es consciente de que le puede tocar una larga espera para tener la oportunidad de dar el pésame ante el cuerpo de Jorge Mario Bergoglio, pero no le preocupa demasiado. "Hasta ocho horas de espera hemos dicho que podemos asumir sin problema, porque sí, queremos pasar", concluye.
A mitad del servicio, hacia las 9:45 de la mañana, empieza a formarse una larga fila bajo la columnata derecha que rodea la Basílica. Como una ola, se despliegan uno tras otro los paraguas, en un intento de protegerse del sol. En ese momento, la hermana Esperanza se dirige hacia la entrada y se convierte en el centro de atención de la prensa. "Vengo de Timor Oriental", explica en inglés ante los periodistas. "Estoy muy emocionada porque conocí al Papa Francisco en más de una ocasión", añade. "Su presencia era como si estuviera el mismísimo Jesucristo ahí, porque lo quería mucho".
Menos de 15 minutos después, ya serpentea por el semicírculo que rodea la Plaza y se prolonga bajo el arco izquierdo, desde donde los demás periodistas observan desde lo alto la llegada del féretro del Papa a su capilla ardiente. Muchos van y vienen, pero Enrique, con una bandera mexicana en la espalda a modo de capa, lleva un buen rato observando a la multitud. "Me da mucha paz ver a tantas personas aquí. Se siente una energía muy bonita de respeto entre la gente y, sobre todo, una gran unión, porque el Papa Francisco fue un padre que unió al mundo entero", resume este natural de Aguascalientes, antes de recoger su mochila y sumarse al resto de su grupo, que se acerca a la cola para convertirse en los primeros de miles de personas que darán el último adiós esta semana al Pontífice argentino.